Junto con la aprobación del texto constitucional, Cánovas realizó dos grandes aportes al nuevo régimen. El primero fue encontrar una esposa a Alfonso XII. Cánovas deseaba que el joven rey se casara con Beatriz, la hija menor de Victoria I de Inglaterra, lo que hubiera permitido que el “espléndido aislamiento” de España se diluyera en alianza con el primer imperio de ultramar de la época. Sin embargo, se impuso el criterio del conde de Montpensier – responsable del asesinato del general Prim - y, finalmente, acabó celebrándose el matrimonio con su hija, María de las Mercedes de Orleáns, que era sobrina de Isabel II y prima de Alfonso XII. La idea del asesino de Prim era que su hija se casara con Alfonso y que éste, siendo menor (15 años), le entregara a él la regencia. Con esa finalidad, invitó a Isabel II y a Alfonso XII a pasar unos días en su residencia en diciembre de 1872. En el verano de 1873, se volvieron a encontrar en París en el Bois de Boulogne. A esas alturas, Isabel II, más que inquieta por el desarrollo del idilio, definía a María de las Mercedes como “mosquita muerta”. En 1875 – con 17 años – Alfonso XII entró como rey en Madrid. En 1877, señaló que deseaba casarse con María de las Mercedes. El 23 de enero de 1878, cumpleaños del rey, se celebró el matrimonio. A pesar de todo, Montpensier no consiguió sus objetivos porque María de las Mercedes murió muy pronto y el monarca no estaba dispuesto a aceptar un regente. La continuidad de la dinastía – y los planes de Montpensier – no quedó asegurada y Cánovas se vio obligado a buscar otra opción. Más éxito tuvo el político andaluz en la creación del sistema turnista. Concebido para evitar la irrupción de los militares en la política y remedar el modelo inglés, en la práctica, su funcionamiento era corrupto de raíz. Así, el partido en el poder convocaba unas elecciones para perderlas y comunicaba a los gobernadores civiles cómo debía ser el resultado de las nuevas elecciones que ganaría la oposición. Semejante maniobra quedaba articulada mediante la acción de personajes como Romero Robledo, que daría lugar al término “pucherazo” para referirse al fraude electoral. La alternancia se sustentaba sobre dos partidos siendo el contrapunto a los conservadores de Cánovas, los liberales de Sagasta, formados como tal partido en diciembre de 1878. En teoría, todas las piezas debían encajar, pero, a pesar de sus privilegios y del recorte significativo sufrido por el derecho a la libertad religiosa, la iglesia católica no se sentía satisfecha.
CONTINUARÁ
