Lunes, 6 de Mayo de 2024

Cuando el cuco se apodera del nido

Lunes, 28 de Agosto de 2017
De todos es conocido que los cucos son aves parasitarias. Dejan su huevo en un nido ajeno y así otros se encargan de criarlo. En el caso de la Península Ibérica, los cucos llegan desde África donde han pasado el invierno.

Ya en el mes de mayo, la hembra del cuco pone sus huevos mientras vigila cómo las otras especies construyen sus nidos. En esta época se las suele ver, a pesar de lo timoratas que son, observando encaramadas a alturas como las de los postes o las piedras grandes. Una vez que las otras aves han realizado la puesta de huevos, la hembra del cuco espera a que el que los incuba se ausente. Entonces, cae sobre el nido ajeno y, tras comerse o arrojar fuera algunos huevos, pone uno suyo. Cuando el adulto de la otra especie regresa, no percibe lo sucedido y así continua empollando el huevo del cuco. Gracias a este ingenioso a la par que inquietante sistema, la hembra del cuco coloca en torno a una docena de huevos propios en diferentes nidos siempre ajenos. La acción del cuco puede parecer cómica – en inglés, por ejemplo, se designa con ese nombre al que en España se denomina cornudo – pero resulta inquietante cuando se traslada a posibles paralelos en el terreno de los seres humanos y, más concretamente, en el de los gastos previstos en el presupuesto. Permitásenos que demos algunos ejemplos.

Esta primavera pasada, la Comunidad de Madrid publicó un listado de 64 páginas donde se detallaban los nombres de las personas que recibirían ayudas públicas para alquileres. De manera bien llamativa, apenas aparecían apellidos españoles en el listado. Así, por ejemplo, entre los diez primeros sólo había dos – aunque podían no pertenecer a españoles - pero ya entre los diez segundos no había uno solo. Entre los diez terceros, aparecía sólo una persona con apellidos españoles y otra con apellidos rumanos. Del 31 al 40 sólo aparecía otra persona con nombre español. Esta más que llamativa desproporción - que continuaba a lo largo de las 64 páginas del informe - resultaba total y desproporcionadamente favorable a personas de apellidos árabes. De hecho, en torno al 90 por ciento de los receptores de ayudas públicas para los alquileres eran musulmanes. Las ayudas, en ocasiones, superaban los dos mil euros, pero, en términos generales, las más numerosas se encontraban en cifras situadas por encima de los 1.500 euros. De manera bien significativa, los apellidos hispanos, a pesar de ser muy pocos, en bastantes casos se encontraban entre los que recibían ayudas menores. En su momento, VOX publicó en su página de Facebook este documento donde se establecía sin sombra de duda que la Comunidad de Madrid concedía la aplastante mayoría de las ayudas de alquiler no a madrileños o incluso a españoles sino a musulmanes seguidos a bastante distancia por otros inmigrantes. El resultado fue que Facebook bloqueó durante el puente de Todos los Santos la página de VOX y advirtió a sus administradores de su cierre definitivo si no retiraban el post. La realidad, sin embargo, era que el documento había sido difundido por la propia Comunidad de Madrid a través de un enlace. Por mucho que se deseara silenciar, lo cierto es que la gente venida de África, como los cucos, habían expulsado de las ayudas para el nido familiar a la gente de la tierra.

Lamentablemente, el caso de la CCAA de Madrid no es un caso aislado. Así, una ONG musulmana, a través de una página en Facebook titulada “Restituir la Santidad en el Al-Andalus” realizó hace unos meses un llamamiento a los musulmanes de todo el mundo para que se establecieran en ciudades concretas de España. Así en la página de Facebook podía leerse: “Medio millón de musulmanes se ha acomodado en Catalunya. En Barcelona, específicamente, las medidas municipales promueven la incorporación de la comunidad musulmana en la sociedad barcelonesa”. El texto señalaba también: “Vestir hijab, orar en la mezquita, contar con menús halal, son parte del día a día de Barcelona. Por eso les recomendamos establecerse en Barcelona”. Finalmente, concluía: “Convenientemente la municipalidad está trabajando para habilitar 31.000 viviendas desocupadas para ponerlas en alquiler social. Hermanos, regresen a Al Andalus nosotros estamos pendiente de todo y los ayudaremos con cualquier duda que tengan”. En las citadas páginas, también se daban consejos sobre cómo conseguir el visado y permisos de trabajo en España. Igualmente, se hacía referencia al derecho histórico de la nacionalidad, y se afirmaba textualmente: “nuestros hermanos, expulsados, podrán volver a España en su derecho histórico”. También se añadía: “Nos hemos establecido en nuestro país, a trabajar a favor de nuestros hermanos, para que ellos también, al igual que nosotros, puedan reclamar su derecho de retorno”. La página aseguraba igualmente que Al-Ándalus “es el mejor lugar para los musulmanes hoy en día, especialmente para el que quiera un nuevo comienzo y el que aspira a realizarse. Al-Ándalus tiene un patrimonio islámico magnifico. Y así como en el pasado, también hoy en día es un símbolo de convivencia, tolerancia y armonía”. La organización islámica sostenía además que España es suya afirmando: “nuestros antepasados nacieron aquí y nuestros hijos nacerán aquí, este es nuestro país de igual manera como es vuestro. Por eso pedimos la cooperación de las autoridades municipales”. Una vez más con la ayuda de instancias oficiales, las “aves” naturales se veían desplazadas de sus nidos por los cucos venidos de África. Empero no se trata únicamente del tema de la vivienda.

Algunos datos añadidos pueden ampliar nuestro panorama. Por ejemplo, según varios estudios, en Cataluña, la comunidad islámica procedente de Marruecos vive en el 80% de las ayudas sociales. La cantidad mensual media percibida de fondos públicos es de 600 euros por persona. Siete mil de los perceptores de esa ayuda ni siquiera vivirían en Cataluña sino en Marruecos a donde se les envía el dinero.

Cataluña – triste escenario de unos recientes atentados islamistas - no es una excepción. De hecho, en la Comunidad Valenciana, también con abundante población musulmana, basta con llevar empadronado un año en cualquier municipio de la región para cobrar una paga de 532 euros. Si además se trata de un matrimonio con hijos, la paga percibida se eleva a 775 euros. A esas subvenciones se pueden sumar otras relacionadas con el alquiler de 250 euros mensuales.

La situación no es mejor en las Vascongadas. Recientemente, saltó a los medios la noticia de que un integrista islámico condenado a 3 años y medio de prisión cobraba la Renta de Garantía de Ingresos, 625 euros más 250 euros de alquiler de vivienda. Esos 875 euros mensuales los siguió cobrando desde su detención hasta su ingreso en prisión. Por hacer el cuento corto, debe señalarse que, en España, cien mil extranjeros cobran pensión no contributiva. En otras palabras, los españoles les pagan un retiro después de no haber contribuido ni cotizado jamás. Por añadidura, los hijos de extranjeros, aunque se encuentren en situación ilegal, tienen preferencia sobre los españoles a la hora de percibir becas de comedor, plazas en una escuela infantil y, por supuesto, sanidad gratis, una circunstancia que causa la ira más que comprensible de los españoles afectados. Por supuesto, debe hacerse hincapié en que todos los ejemplos referidos tienen que ver con las ayudas oficiales pagadas con el dinero que Montoro y otros como él sacan a los españoles de los bolsillos. No incluyen así las recibidas de instancias como Cáritas, el Ejército de salvación, la Misión urbana evangélica y otras semejantes que proporcionan comida, ropa y otros enseres a los extranjeros.

 

Todos estos hechos ya son de notable gravedad, pero a ellos hay que de añadir dos factores más que resultan ciertamente inquietantes. El primero es que no sólo los extranjeros – y muy especialmente los musulmanes – son preferidos a los españoles sino que, por añadidura, esos privilegios reales han incluido e incluyen a terroristas en España y en otras naciones de la Unión Europea. De nuevo, los datos son sobrecogedores.

Durante el mes de noviembre de 2015, se cometieron sendos atentados terroristas en París (Francia) y Bruselas (Bélgica). Cinco de los terroristas que participaron en los mismos habían estado recibiendo subsidios públicos de diferentes administraciones locales belgas, cuyas cuantías totales habrían sido superiores a los 51.000 euros. Las subvenciones recibidas superarían así el presupuesto aproximado que, según los investigadores, fue necesario para perpetrar los atentados terroristas y que habría ascendido a una cuantía de unos 30.000 euros para el de París y de unos 3.000 euros para el de Bruselas. De hecho, sólo el terrorista islámico Salah Abdeslam habría recibido de las cuentas públicas belgas unos 21.000 euros. Para esa fecha, los servicios estatales habían comprobado cómo no menos de 215 terroristas islámicos belgas habían recibido las denominadas Rentas de Integración Social (RIS) mientras estaban combatiendo en las filas del Estado Islámico o el antiguo Frente Al Nusra en Irak y Siria. Por desgracia, España había dejado de ser la única nación europea que pagaba a sus terroristas. La diferencia estaba en que a las franquicias de ETA había sumado a los terroristas islámicos. Así, entre los terroristas islámicos detenidos en España se encontró que el marroquí Saib Lachhab, antiguo combatiente en Siria contra Assad, estaba cobrando al mes 625 euros de la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) del Gobierno vasco y 250 euros más como complemento de vivienda. Al menos, ha habido otros cuatro casos similares de terroristas islámicos detenidos en las Vascongadas. Fue el caso de Samir Mahdjoub, un argelino de 44 años arrestado por la Guardia Civil en Bilbao y miembro de ISIS que estaba cobrando 650 euros de RGI vasca y un complemento de 250 euros de ayuda al alquiler; el de Redouan Bensbih, un marroquí de 26 años que murió en Siria en marzo de 2014 combatiendo contra el gobierno de Assad mientras percibía 836 euros mensuales de la Renta de Garantía de Ingresos vasca - en este caso además, como no hubo notificación oficial del fallecimiento el Servicio vasco de Empleo (Lanbide) siguió ingresando el subsidio en su cuenta bancaria después de muerto – el de Ahmed Bourguerba, argelino residente en Bilbao que fue detenido por la policía autónoma vasca en julio de 2015, que cobraba 625 euros más otros 250 euros complementarios para el alquiler de una vivienda y que no dejó de percibir las ayudas mientras estaba en prisión provisional o el de Mehdi Kacem, detenido por la Policía Nacional en San Sebastián y que cobraba 800 euros al mes de la Renta de Garantía de Ingresos.

 

No es ningún consuelo, ciertamente, pero en el Reino Unido también se han destinado ayudas sociales que han subvencionado al terrorismo islámico que combate en Siria contra Assad y en Irak; en Austria, también los terroristas islámicos han recibido subvenciones públicas; en Alemania, ya en 2014, al menos el veinte por ciento de los 450 terroristas islámicos que habían ido a luchar junto al Estado Islámico en Irak y en Siria contra el gobierno de Assad habían estado cobrando ayudas públicas de diferentes gobiernos; en Dinamarca, ya en 2014, de los 115 daneses que habían viajado a Irak o a Siria para combatir contra Assad, al menos 28 habían recibido ayudas públicas antes del viaje o, incluso, las habían seguido cobrando durante su estancia en estos países y en Suecia, uno de los países con mayor número de terroristas islámicos por habitante, algunos ayuntamientos han ofrecido la entrega de casa y prestaciones sociales a aquellos terroristas que dejen las filas del Estado islámico en Siria, Irak o el Sahel africano y regresen a Suecia.

Ciertamente, es doloroso decirlo, pero no sólo el hecho de ser musulmán de origen extranjero sitúa a una persona por delante de los españoles de a pie a la hora de percibir ayudas públicas sino que incluso esas ayudas públicas han ido a parar en no pocos casos a terroristas que pretendían destruir a la sociedad que los subvencionaba.

El segundo factor al que debemos referirnos obligadamente para contar con un panorama más amplio es el demográfico. Para que una cultura se mantenga por más de 25 años debe tener una tasa de fertilidad de 2.1 hijos por familia. Ninguna cultura ha revertido ese proceso por debajo del 1.9 y con 1.3 es imposible la reversión. De hecho, tarde o temprano, con esas cifras, esa cultura está condenada a extinguirse. Actualmente, la tasa de fertilidad es de 1.8 en Francia, de 1.6 en Gran Bretaña, de 1.3 en Grecia, Alemania e Italia y de 1.1 en España. La media de la UE es de 1.38, es decir, todo indica que no puede ser revertida y que está encaminada a desaparecer. Ese fenómeno está llamado a producirse de manera acelerada en las próximas décadas a través de la inmigración islámica, una inmigración subvencionada e incluso estimulada por la acción de las instituciones. En Francia, la media de fertilidad de una familia musulmana es de 8.1 y el 30 por ciento de los jóvenes de menos de 20 años son musulmanes. En 30 años, posiblemente menos, Francia puede ser una nación musulmana. En Holanda, el 50 por ciento de los recién nacidos son musulmanes. En menos de 15 años, la mitad de su población será musulmana. En Bélgica, el 50 por cien de los recién nacidos es musulmán. Para 2030, aún sin la entrada de Turquía en la UE, el número de musulmanes en Europa puede acercarse a los cien millones. De hecho, la población islámica de la UE está creciendo en más de un uno por ciento por década. Por añadidura, los musulmanes son la población más joven de Europa con una edad media de 32 años, frente a los cuarenta de la UE. En el caso de España, el número de musulmanes censados supera los dos millones, la mitad de ellos en Cataluña. De ellos, unos ochocientos mil tienen ya pasaporte español. De entre toda la población inmigrante, los más fecundos son los de Nigeria (19%), Marruecos (18%) y China y Argelia (16%). Por añadidura, todos los hijos de marroquíes nacidos en España pasan automáticamente a ser españoles, porque Marruecos no les reconoce la nacionalidad. En paralelo, los españoles tienen un crecimiento demográfico negativo en el que ha incidido no poco la pérdida de varios millones de vidas gracias a fenómenos como el aborto, la ideología de género y la desintegración de la familia. Europa, la Europa de las libertades y las conquistas sociales que conocemos, puede desaparecer y lo hará gracias a una masiva inmigración islámica que además es alentada por las medidas tomadas desde la cumbre.

Por supuesto, no hace falta decir que los autores de este artículo sostienen sin la menor sombra de duda que los extranjeros que llegan a un país deben ser tratados con decencia y dignidad y que resulta absolutamente intolerable que por el hecho de ser extranjeros sean objeto de malos tratos o de conductas donde se lesione su dignidad. De manera semejante, es más que deseable que el mecanismo de inmigración funcione adecuadamente para bien tanto de los inmigrantes como de la nación que los acoge. Sin embargo, esos principios son una cosa y la situación que sufre España desde principios de este siglo es otra muy diferente. Los sucesivos gobiernos de todo signo, regionales y centrales, no han actuado en favor del bien común y de los intereses nacionales sino que, por el contrario, se han sometido a los dictados de lo políticamente correcto permitiendo que se creara una situación intolerable y con consecuencias futuras que se dibujan como pavorosas. Esa situación además ha venido impulsada por distintos colectivos que han visto en ese panorama una vía de promoción personal. Los frutos de semejante actitud no pueden resultar más evidentes.

 

Los españoles no tienen asegurada su pensión a pesar de haber contribuido durante décadas, pero decenas de miles de extranjeros la perciben sin haber cotizado un solo día.

Los españoles no tienen asegurado que sus hijos recibirán beca de comedor, pero los hijos de los extranjeros la reciben de manera mayoritaria.

Los españoles no tienen la menor seguridad de recibir una atención sanitaria digna a pesar de pagarla, pero centenares de miles de extranjeros pasan las fronteras para recibirla de manera gratuita lo mismo si entran en Ceuta y Melilla que si vienen del otro lado del mar.

Los españoles no consiguen acceder a una vivienda digna acosados por los bancos, pero las ayudas de vivienda van a parar de manera aplastantemente mayoritaria a extranjeros que no pocas veces son ilegales.

Los españoles no paran de pagar unos impuestos injustos y desorbitados para no percibir apenas servicios, pero los extranjeros perciben esos servicios sin haber contribuido muchas veces al más mínimo mantenimiento.

Dentro de esos millones de extranjeros, destacan de manera especial los musulmanes que albergan en su seno organizaciones terroristas – no puede decirse de ningún otro colectivo cosa parecida – y que, en un porcentaje considerable, aspira a la aplicación en España de la shariah, un corpus jurídico que incluye, entre otras normas, las penas físicas por robo, la poligamia, el matrimonio con niñas – el propio profeta Mahoma se casó con una consumando el matrimonio – la consideración de que el testimonio de la mujer vale la mitad que el de un hombre o la reducción de su parte de la herencia a la mitad de la que corresponde a un varón. Llegar a esa situación es mucho más fácil a corto plazo de lo que pueda parecer a primera vista. Nuestras autoridades nacionales, autonómicas y municipales pueden haber olvidado a la familia y burlarse incluso del crecimiento demográfico, pero favorecen con sus medidas, no pocas veces costosas, el incremento del asentamiento de poblaciones musulmanas en España mediante la subvención de su vivienda, de su forma de vida o de su crecimiento familiar sin que ni siquiera los atentados terroristas hayan revertido lo más mínimo semejante rumbo. Puede que algunos consideren que semejante circunstancia es deseable y que nuestro enfoque es alarmista. En realidad, nos hemos limitado a mencionar algunos botones de muestra relacionados con las maneras en que los habitantes del nido de la milenaria piel de toro están labrando el camino para ser expulsados, como si fueran aves ingenuas engañadas por los cucos, de su hábitat natural, un hábitat que será ocupado por el islam.

 

 

 

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