Miércoles, 24 de Abril de 2024

(XLV): El camino hacia la victoria (XIII): el final de los disidentes (IX): Nuevo conflicto con Aisha

Viernes, 30 de Octubre de 2020

La incapacidad de los coraishíes a la hora de vencer a su adversario y el terrible ejemplo que significaba la suerte corrida por los judíos llevaron a las tribus idólatras a aceptar la idea de que la única vía que existía para asegurarse un futuro seguro era abrazar la predicación de Mahoma.  Las exigencias de éste eran sencillas.  Bastaba con reconocer que Al.lah era el único dios y que Mahoma era su mensajero, con aprender la sura primera del Corán, con pagar las contribuciones y con suscribir un acuerdo de alianza militar que era de aplicación a todos los conflictos incluidos aquellos cuyo origen fuera religioso.  Muy pronto, los Banu Dama, los Banu Gifar, los Banu-l-Aysa o los Banu Aslam fueron sometiéndose a la predicación de Mahoma y no tardaron en descubrir que su nueva religión los premiaba de manera inmediata con la participación en expediciones guerreras de las que derivaba abundante botín.   Precisamente en el curso de una de esas incursiones de rapiña se produjo un nuevo incidente con Aisha.  

Encontrándose en Yatrib (shumada 1 del año 6 / septiembre-octubre de 627), Mahoma supo gracias a sus espías que una caravana de coraishíes procedente de Siria regresaba a la Meca.  De manera inmediata, envió una expedición al mando de Zayd b. Hariza para apoderarse de ella lo que consiguió capturando además numerosos prisioneros.  Mahoma confió a uno de ellos, al-Mugira,  a Aisha.  Sin embargo, la esposa del caudillo de Yatrib se distrajo en la custodia del prisionero lo que éste aprovechó para darse a la fuga.  Indignado, Mahoma pidió a Al.lah que castigara a Aisha dejándole paralítico el brazo e inmediatamente ordenó que persiguieran al huido.   Éste dio muestras de un notable ingenio para escapar de Mahoma.  Sus perseguidores lo alcanzaron, pero entonces se confundió en medio de un grupo de arqueros musulmanes que regresaba a Yatrib.  Con todo, lo volvieron a identificar y, finalmente, fue entregado a Mahoma.  Según la tradición, Mahoma descubrió entonces que Al.lah lo había escuchado y que Aisha no podía mover un brazo.  Reconociendo que era irascible y se dejaba cegar por la ira como otros hombres, según las fuentes islámicas, Mahoma habría suplicado a Al.lah que curara a Aisha lo que habría tenido lugar inmediatamente.

También en esta expedición fue capturado Abu-l-As b. al-Rabi, que estaba casado con Zaynab, la hija de Mahoma.  Con anterioridad, había caído prisionero en la batalla de Badr, pero entonces había logrado la libertad al permitir que su mujer se marchara a Yatrib.  Ahora, suplicó a su esposa que lo protegiera lo que ésta hizo presentándose a la puerta de la mezquita y afirmando que estaba bajo su amparo.  Mahoma ordenó entonces a su hija que no mantuviera relaciones sexuales con su marido – seguía siendo un pagano – pero accedió a la petición de devolverle sus bienes y permitirle que regresara a la Meca.  El matrimonio iba a dar muestras de una notable solidez.  Buena prueba de ello es que el marido de Zaynab regresó a la Meca, liquidó allí sus negocios, regresó a Yatrib, abrazó la predicación de Mahoma y continuó su vida conyugal.  

CONTINUARÁ

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