Jueves, 28 de Marzo de 2024

La saga de los Rius

Miércoles, 27 de Enero de 2021

Ignacio Agustí es uno de los autores malditos de la literatura española.  Maldito en España siempre se es por razones políticas o religiosas y, en el caso de éstas últimas, el elemento político suele ser también evidente.   La carrera de Agustí transcurrió inicialmente en catalán y en clave nacionalista.  Era uno de tantos pequeño-burgueses que se creyó los cantos de sirena del nacionalismo, un nacionalismo que además gozaba de las correspondientes bendiciones eclesiales y que no pasaba de ser un sustituto del rancio carlismo.  El problema es que ese nacionalismo no tardó en evolucionar hacia la izquierda y la revolución, hacia el derramamiento de sangre indiscriminado y el crimen.  Lo que sucedió entonces no puede sorprender a nadie.  Algunos buscaron avanzar hacia la independencia sobre el golpismo, la tortura y la muerte, pero otros decidieron apoyar a los sublevados de julio de 1936 en la convicción de que era la única salida para salvar a Cataluña del caos.  Reveladoramente, Cataluña se partió como el resto de España y las mentes más lúcidas se situaron contra el Frente popular.  Josep Plà, el autor más importante de la literatura catalana, se convirtió en espía de Franco.  Cambó – el padre del histórico e injusto arancel – respaldó a Franco e incluso le entregó dinero para su causa.  Agustí también optó por el mismo bando.  De hecho, decidió incluso no volver a escribir en catalán resentido por la manera en que se había utilizado la lengua como un arma política de horribles consecuencias.

Sin duda, la obra más importante de Agustí fue el conjunto de novelas conocido como La saga de los Rius.  El relato, favorable y no pocas veces conmovedor, de una familia catalana entregada a los textiles constituye un cuadro muy real de esa burguesía industrial de Cataluña que va de finales del siglo XIX al estallido de la guerra civil.  Joaquín Rius padre es el indiano que salió pobre de Cataluña y regresó rico para invertir en el textil.  Existieron, ciertamente, y muchos pasaron por Cuba donde se lucraron con el tráfico de esclavos como sucedió con antepasados de Artur Mas o de Vidal-Quadras. La segunda generación, la de Joaquín hijo, el protagonista, fue la que comenzó el despegue industrial con mucho trabajo, la que se quedó atascada por incapacidad para innovar sobre el inicio; la que forzó unos aranceles que perjudicaron muchísimo al resto de España y que, a largo plazo, tampoco beneficiaron a Cataluña porque la convirtieron en una región favorecida, pero no competitiva; la que llevó una vida de burguesía pueblerina, pero convencida de ser cosmopolita; la que podía tener gestos de padre con algunos obreros, pero explotaba miserablemente a otros lo que derivó en una violencia pistoleril pavorosa; la que aplaudió el nacionalismo pensando que le daría alas y la que, al fin y a la postre, suplicó a Primo de Rivera y a Franco que pusieran paz y orden en el cuerpo social.  

Las distintas novelas de La saga de los Rius recogen muy bien todo ese ambiente y si uno las lee con cierto distanciamiento, puede apreciar lo que fue esa Cataluña e incluso comprender lo que es la actual.  De hecho, hace unos años yo escribí una novela que comenzaba a inicios del siglo XX y concluía en el siglo XXI describiendo la evolución de una familia de industriales catalanes.  Ni una sola editorial tuvo redaños para publicarla.  Pero volvamos a la saga.

En la España de Franco, las novelas fueron un best seller e incluso se filmó una película – Mariona Rebull – sobre la primera que estaba bastante bien.  En el período de la Transición, se realizó una serie sobre la obra lo que provocó que fuera conocida por un público más joven.  La serie era buena y se grabó además en catalán.  De hecho, en la página de RTVE ha estado disponible sólo la versión catalana hasta hace relativamente poco.  La versión televisiva limó algunos de los aspectos políticos y además – como sucedería con la adaptación de Vísperas -  no llegó a incluir el final porque tampoco era cuestión de ver a los protagonistas – con los que te acababas encariñando – bajo la bandera bicolor de los alzados.  A pesar de todo, merece la pena ver la serie.  Los guiones son cuidadosos, los intérpretes son muy buenos – no todos catalanes – y la ambientación resulta excelente.  Era una serie afeitada, si se quiere, pero aún así de las que merece la pena ver. 

Yo les dejo con el primer episodio, pero les adelanto que se puede ver completa.  Espero que la disfruten.  God bless ya!!!   ¡¡¡Que Dios los bendiga!!! 

Y aquí está el primer episodio

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