El cine actual me resulta, en ocasiones, muy aburrido.  Las historias son malas y, no pocas veces, desagradables; las direcciones resultan lastimosas y las interpretaciones, deplorables.  La superioridad de los efectos especiales es innegable, pero eso no me conmueve.  Personalmente, no tengo la menor duda de que el cine de los treinta, cuarenta, cincuenta y sesenta fue el mejor de la Historia.  Todavía en los setenta, hubo buenas películas, pero, a partir de los ochenta, la decadencia es innegable.  El resultado es que cintas de segunda o tercera categoría en su época superan las que ahora llegan a la ceremonia de los oscars.  Hoy les dejo con una de esas películas.  En apariencia, se trata de una sencilla película de serie B y tema policíaco.  Les ruego que la vean como yo la contemplé en verano.  Van a descubrir una obra maestra en miniatura en la que guion, interpretación y dirección son simplemente perfectos; en la que incluso las lecciones morales son conmovedoramente intachables y todo ello pretendiendo sólo entretener.  ¡¡¡Qué tiempos!!!  Les dejo la película.  Espero que la disfruten.  God bless ya!!!  ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!