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Jesús, el judío (XXV)

Domingo, 20 de Enero de 2019

“¿QUIÉN DICEN LOS HOMBRES QUE SOY?” (IV): El Hijo del hombre [1]

El título de "Hijo del hombre" fue utilizado de manera profusa por Jesús en ocasiones, uniéndolo a otros como el del siervo de YHVH (Marcos 10, 45) y en ocasiones, de manera independiente (Mateo 8, 20 y Lucas 9, 58; Mateo 9, 6, Marcos 2,10 y Lucas 5, 24; Mateo 12, 8, Marcos 2, 28 y Lucas 6, 5; Mateo 16, 27; Mateo 25, 31, etc).   Ahora bien, ¿qué implicaba este título?  La discusión científica acerca de este tema ha sido considerable en las últimas décadas, convirtiéndose en una de las cuestiones más debatidas en relación con la cristología.  El término griego "yios anzrópu" (Hijo del hombre) se considera equivalente al arameo "bar nasha".  Dado que la palabra "bar" es usada frecuentemente en arameo indicando procedencia o características ("hijo de la riqueza" equivaldría a "acaudalado"; "hijo de la mentira" a "mentiroso", etc), H. Lietzmann llegó a la conclusión, ya en el siglo pasado, de que "Hijo del hombre" sólo significaba "hombre"[2].  Partiendo de tal base, afirmó que la expresión carecía de contenido mesiánico y que ni Jesús ni sus contemporáneos la habían entendido dotada del mismo.  De hecho, según H. Lietzman, Dn 7, 13 - donde aparece la expresión por primera vez - carecía asimismo de significado mesiánico.

La tesis de H. Lietzmann atrajo a J. Wellhausen que la aceptó, si bien con algunas reservas[3], pero su refutación no tardaría en llegar articulada en forma tan consistente que el mismo Lietzmann terminaría retractándose de ella.

El primero en aducir poderosas objeciones en contra fue G. Dalman[4], si bien su refutación se vio privada de contundencia al centrarse sólo en el hecho de que "bar nasha" no era usado en el arameo de Galilea como "hombre".  Mucho más interesante, desde nuestro punto de vista, fue el análisis que del tema realizó P. Fiebig[5].  Este aceptaba que en términos estrictamente filológicos "bar nasha" significaba "hombre", pero señalaba que no por eso dejaba de tener un significado como título mesiánico.

Para otros autores, la expresión equivaldría simplemente a una perífrasis de "yo"[6] que se utilizaba en la literatura rabínica para indicar modestia o evitar dar la impresión de soberbia, para tratar temas como la enfermedad o la muerte y para evitar ofender a alguno de los oyentes.  La tesis fue criticada brillantemente por J. Jeremias[7] quien dejó de manifiesto que "bar nasha" podía ser en algún caso sustitutivo de un impersonal - como nuestro "se cansa uno de leer" - pero nunca perífrasis de "yo".  A esto hay que añadir el hecho de que un uso similar de "bar nasha" es desconocido con anterioridad al s. II d. de C.  Por otro lado, ninguno de los supuestos usos parece encajar con lo que sabemos de Jesús al que las fuentes no presentan ni especialmente preocupado por no ofender a sus oyentes, ni modesto en sus pretensiones ni inclinado a utilizar eufemismos a la hora de hablar de la enfermedad o de la muerte.  Tampoco puede obviarse el hecho de que la expresión "Hijo del hombre" no sólo cuenta con un contenido mesiánico en el judaísmo sino que además aparece incluso conectada con la idea del "siervo". 

El título "Hijo del hombre" aparece por primera vez en Dn 7, 13 con un significado que ha sido interpretado de maneras muy diversas.  En cualquier caso, y fuera lo que fuera lo que el autor del libro deseara dar a entender con tal expresión, lo cierto es que tanto el Enoc etíope como 4 Esdras identifican al "Hijo del hombre" con el mesías.  En 4 Esdras, el "Hijo del hombre" se manifiesta volando con las nubes del cielo (4 Esdras 13, 3), aniquila al enemigo con el hálito de su boca (4 Esdras 13, 8 ss, pasaje que recoge además resonancias mesiánicas de Is 11, 4) y reúne a una multitud pacífica (4 Esdras 13, 12-3).  Este "Hijo del hombre" es "aquel al que el Altísimo ha estado guardando durante muchos tiempos, el que salvará personalmente Su creación" (4 Esdras 13, 26), aquel al que Dios llama "mi Hijo" (4 Esdras 13, 32, 37 y 52) y vencerá a los enemigos de Dios (4 Esdras 13, 33 ss).  Asimismo, el "Hijo del hombre" es identificado con el siervo isaíano de Dios (13, 32-37; 14, 9), al que se preserva (13, 26 con Is 49, 2)

En el Enoc etíope, el "Hijo del hombre" provoca la caída de reyes y poderosos (46, 4), tiene su asiento en el trono de la gloria (45, 3; 55, 4; 61, 8; 62, 2; 69, 27), administra juicio (45, 3; 49, 4; 55, 4; 61, 8; 62, 3; 69, 27), será apoyo de los justos y de los santos, luz de las naciones y esperanza de los oprimidos (48, 4); los justos y elegidos disfrutarán de la comunión con él en mesa y vida (62, 14).  El Enoc etíope describe asimismo al "Hijo del hombre" con pasajes tomados de los cantos del Siervo de YHVH.  Así es "luz de las naciones" (48, 4 con Is 42, 6; 49, 6), "elegido" (39, 6; 40, 5 con Is 42, 1), "el justo" (38, 2; 53, 6 con Is 53, 11), su nombre es pronunciado antes de la creación "en presencia del Señor de los espíritus" (48, 3 con Is 49, 1), estaba oculto ante Dios (48, 6; 62, 7 con Is 49, 2) y se describe la derrota de reyes y poderoso a sus manos (46, 4; 62, 1 con Is 49, 7; 52, 13-5).

Esta identificación del "Hijo del hombre" con el mesías va más allá del judaísmo de la literatura apocalíptica.  En el Talmud (Sanh 98 a) se considera el texto de Dn 7, 13 como una referencia al mesías que, de haberse portado Israel dignamente, habría venido en las nubes del cielo; mientras que, en caso contrario, estaría obligado a venir humilde y cabalgando en un asno (ver: Zac 9, 9 con Mc 11, 1 ss y pra.).  De manera similar, Dn 7, 9 fue interpretado como una referencia al trono de Dios y al del mesías por Aquiba (Hag 14a) y Daniel 7, 27 es entendido en Números Rab. 11 como relativo a los tiempos del mesías.  

Pasajes como los mencionados nos proporcionan la clave para entender el contenido que el judeo-cristianismo otorgaba al título de "Hijo del hombre".  Este servía para designar al mesías, pero no a cualquier mesías sino a un mesías descrito según los cantos isaíanos del siervo, posiblemente pre-existente y que concluiría la historia atrayendo hacia si no sólo a los judíos sino también a los gentiles.  Todo ello, como tendremos ocasión de ver, armonizaba con la peculiar visión de Jesús.

  CONTINUARÁ


[1] La literatura a propósito del Hijo del Hombre es muy extensa.  Para discusión de las diversas posturas con abundante bibliografía, ver:  A. Bentzen, ”Messias, Moses redivivus, Menschensohn”, Zurich, 1948;  M. Black, "The Son of Man in the Old Biblical Literature" en ”Expository Times”, 40, 1948, pgs. 11-15; Idem, "The Son of Man in the teaching of Jesus" en ”Ibidem”, 40, pgs. 32-6; Idem, "The Servant of the Lord and the Son of Man" en ”SJT”, 6, 1953, pgs. 1-11; T. W. Manson, "The Son of Man in Daniel, Enoch and the Gospels" en ”BJRL”, 32, 1950, pgs. 171-93; J. A. Emerton, "The Origin of the Son of Man Imagery" en ”JTS”, 8, 1958, pgs. 225-43; J. Coppens y L. Dequeker, ”Le Fils de l'homme et les Saints du Très Haut en Daniel VII, dans les Apocryphes et dans le Nouveau Testament”, Lovaina, 1961; O. Cullmann, ”Christology...”, pgs. 137 ss; S. Kim, ”The Son of Man as the Son of God”, Grand Rapids, 1983; B. Lindars, ”Jesus Son of Man”, Grand Rapids, 1983; R. J. Bauckham, "The Son of Man: A Man in my Position or Someone" en ”JSNT”, 2, 1985, pgs. 23-33  (una respuesta de B. Lindars en Ibidem, p. 35-41); C. C. Caragounis, ”The Son of Man”, Tubinga, 1986; M. Casey, ”Son of Man”, Londres, 1979;  Idem, "General, Generic and Indefinite: The Use of the Term Son of Man in Aramaic Sources and in the Teaching of Jesus" en ”JSNT”, 29, 1987, p. 21-56; R. Leivestad, ”O. c”, 1987, pgs. 165 ss; I. H. Marshall, "Son of Man" en ”DJG”, 1992, p. 775-781; C. Vidal Manzanares, "Hijo del hombre" en ”Diccionario de las Tres Religiones monoteístas”, Madrid, 1993, e Idem, ”El Primer Evangelio: el Documento Q”, Barcelona, 1993.

[2] H. Lietzmann, ”Der Menschensohn. Ein Beitrag zur neutestamentchen Theologie”, Berlín, 1896.

[3] J. Wellhausen, ”Skizzen und Vorarbeiten”, VI, Berlín, 1899, pgs. 187 ss.

[4] G. Dalman, ”Die Worte Jesu”, Leipzig, 1898 y 1930.

[5] A P. Fiebig, ”Der Menschensohn, Jesu Selbstzeich­nung mit besonderer Berücksichtigung des aramaischen Sprachgebrauchs für Mensch”, Tubinga, 1901.

[6] M. Black, "Servant of the Lord and Son of Man" en ”SJT”, 6, 1953, pgs. 1-11; Idem, "The Son of Man problem in recent research and debate" en ”BJRL”, 45, 1963, pgs. 305-18; G. Vermes, "The use of br ns/ br ns in Jewish Aramaic" en M. Black, ”An Aramaic approach to the Gospels and Acts”, Oxford, 1967, pgs. 310-328; Idem, ”Jesús el judío”, Barcelona, 1977, pgs. 174 ss.  Un acercamiento bastante cercano al de Vermés en B. Lindars, ”O.c”, y M. Casey, ”O.c”.  Tanto Vermés como Lindars y Casey han establecido qué dichos del Hijo del hombre resultan auténticos descartando inicialmente los referidos a Daniel 7.  Tal tesis nos parece, a falta de una justificación convincente, cargada de arbitrariedad.  J. D. G. Dunn, ”Christoloy in the Making”, Filadelfia, 1980, ha formulado una muy sugestiva hipótesis al indicar que Jesús podría haber utilizado desde el principio la expresión "Hijo del hombre" referida a si mismo llegándola él mismo a asociar con el tiempo al "Hijo del hombre" de Daniel 7, en base a la vindicación que esperaba para si procedente de Dios.  Con todo, esta cuestión excede de los límites de nuestro estudio.

[7]  J. Jeremias, Oc, 1980, pp. 303 ss.