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Jesús, el judío (XXIII)

Domingo, 16 de Diciembre de 2018

 “¿Quién dicen los hombres que soy?” (II):  El Mesías [1] 

El judaísmo del Segundo Templo carecía de un concepto uniforme del mesías como, al menos en parte, se ha podido desprender de los otros títulos ya estudiados.  En ocasiones, pero no siempre, el mesías era contemplado más bien como un dirigente dotado de características que hoy consideraríamos no sólo religiosas sino también políticas.  Eran asimismo contradictorias las tesis acerca del comportamiento que el mesías mostraría hacia los gentiles e incluso podemos aceptar, según se desprende de los escritos de Qumran y quizá de la pregunta del Bautista registrada en Mateo 11, 3, que la creencia en dos mesías gozaba de un cierto predicamento en algunos ámbitos.   

 El concepto que Jesús tenía era medularmente judío y contaba con paralelos claros en el judaísmo.

Como ya hemos indicado, la palabra hebrea "masiaj" significa "ungido".  En ese sentido, sirvió para designar al rey de Israel (1 Sa 9, 16; 24, 6) y, en general, a cualquiera que recibía una misión específica de Dios, fuera sacerdote (Ex 28, 41), profeta (1 Re 19, 16) o simple instrumento - incluso pagano - de los designios divinos (Is 45, 1). 

Según 2 Sa 7, 12 ss y el Sal 89, 3 ss, David había recibido la promesa divina de que su reino quedaría establecido para siempre.  La decepción causada por los acontecimientos históricos en relación con esta esperanza fue articulándose paulatinamente en torno a la figura de un ungido, un mesías concebido como personaje futuro y escatológico (aunque es poco frecuente que el término "masiaj" aparezca en el Antiguo Testamento con ese contenido vg: Sal 2 y 72).    

La literatura extrabíblica coincide con el Antiguo Testamento en la adscripción davídica al linaje del mesías (Miq 5, 2, etc) pero, mientras pasajes del Antiguo Testamento, como los de Jr 30, 8 ss o Ez 37, 21 ss, consideran que la aparición de este rey nombrado por Dios implicará una salvación terrenal, final y eterna, podemos contemplar en 4 Esdras 7, 26ss; 11-14; Baruc 29, 30, 40 o Sanhedrín 96b ss, la idea de que el reinado del mesías sólo será provisional, precediendo a otro definitivo implantado por Dios.  También resulta obvio que las características de este monarca aparecen de manera diversa en las distintas fuentes. En el libro bíblico de Zacarías (9, 9) nos encontramos frente al retrato de un mesías manso y pacífico[2].  Sin embargo, en los extrabíblicos Salmos de Salomón (17 y 18), por el contrario, aparece la imagen de un monarca guerrero que destruiría a los enemigos de Israel.  Que esta idea estaba muy arraigada en la época de Jesús es cierto pero, como tendremos ocasión de ver, ni era exclusiva ni era la única.  Jesús afirmó, desde luego, que era el mesías, pero un mesías de características muy concretas que analizaremos en entregas siguientes.

CONTINUARÁ


[1] El conjunto de obras referidas a este título es inmenso.  Mencionamos en esta nota algunas de las aportaciones más sugestivas, donde se recoge una discusión de la práctica totalidad de puntos de vista así como considerable bibliografía, :  J. Klausner, ”The Messianic Idea in Israel”, Londres, 1956; H. Ringgren, ”The Messiah in the Old Testament”, Londres, 1956; J. Jeremias, ”Teología del Nuevo Testamento, I: La predicación de Jesús”, Salamanca, 1974; S. Mowinckel, ”El que ha de venir: mesianismo y mesías”, Madrid, 1975; O. Cullmann, ”Christology...”, pgs. 111 ss; G. Bornkamm, ”Jesús de Nazaret”, Salamanca, 1975; G. Vermes, ”Jesús...”,   M. Hengel, ”Between Jesus and Paul”, Londres, 1983, pgs. 65-77; J. Neusner, W. S. Green y E. Frerichs, ”Judaisms and Their Messiahs at the Turn of the Christian Era”, Cambridge, 1987;  A. Edersheim, ”Prophecy and History according to the Messiah”, Grand Rapids, 1980 e Idem, ”La vida y los tiempos de Jesús el Mesías”, Tarrasa, 1988, v. II, pgs. 689 ss (acerca de la interpretación rabínica del mesías); C. Vidal Manzanares, "Mesías" en ”Diccionario de las Tres Religiones”, Madrid, 1993.

[2] Sobre el tema del mesías pacífico en el targum palestinense como consecuencia del rechazo de la acción violenta contra Roma, ver: G. Pérez Fernández, ”Tradiciones mesiánicas en el Targum palestinense”, Valencia-Jerusalén, 1981, pgs. 141 ss.